“La ruina trajo consigo las musas” lo dice la canción. Hago un repaso mental de los escritores, artistas, canciones o poemas que más me gustan y me voy dando cuenta que la mayor parte de ellos, si no todos, son el reflejo de las miserias humanas, la locura, la huída o la tristeza. Y no es que me considere una persona especialmente pesimista, pero en este pequeño tiempo que llevo escribiendo por aquí me doy cuenta de que las palabras brotan con mucha más facilidad cuando se trata de hablar de lo que falta, que no de lo que ya tengo (muchas y buenas cosas gracias a Dios, a Budha o a la Madre Tierra).
Creo de hecho, que las personas totalmente felices (de esas que en realidad hay pocas) serán nuestros mejor compañeros de viaje, pero yo no les compraría un libro. Y es que esa pequeña protagonista de novela, o de Mad Men que llevo dentro, se tiene que nutrir de tragedias de desastres y de huracanes sentimentales. No puede ser casualidad que disfrute más de un poemario de Bukowski que de el insufrible Gala.
Y es que señores y señoras, las dobleces inspiran. Las personas complicadas atraen irremediablemente como un agujero negro. Y al final, el viernes por la noche eliges apostar a la mujer adúltera y el mensaje de lo siento lo dejamos para otro día, lo recibe blancanieves.
Y yo, que creo firmemente en el lado oscuro, que no se si es que tengo la mala suerte de encontrármelo, o si realmente nunca me he decidido a abandonarlo. Si yo, que soy blanco y negro, rubia y morena, soy puta y soy princesa. Si prefiero la felicidad en pequeñas dosis, si estoy condenada a alimentarme de la autodestrucción para sobrevivir.
Si al fin y al cabo no puedo vivir sin las musas porque son las que alimentan mi creatividad, las que hacen volar mi imaginación. Porque sin imaginación, da igual el vaso medio lleno. Porque sin imaginación no soy nada ni soy yo.
Ni por supuesto (sin imaginación)….puedo escribir estos post sin sentido alguno que me salen a veces.
Feliz entrada de semana.
